Consejos para el bienestar
Los cuidados preventivos de la salud tienen un papel fundamental en todas las estaciones del año, puesto que refuerzan las defensas del organismo y ayudan a evitar enfermedades de mayor gravedad.
En especial en otoño, es aconsejable prestar mucha atención a la propia vitalidad, ya que el clima cambiante y el mayor número de virus en el ambiente contribuyen a un fuerte aumento del riesgo de infección. Lo primero que hay que hacer es comprender por qué el otoño puede ser una prueba de estrés para nuestra salud.
Salud preventiva en otoño: un elemento importante para mantener la vitalidad integral
Bien sea por evitar una alimentación poco saludable, por reducir el estrés o por mantenerse en forma, existen numerosas formas de mejorar nuestra salud de forma sostenible. Entre estas medidas también se encuentran las distintas acciones preventivas que ayudan a mantener estable nuestro sistema inmunitario durante las distintas estaciones del año y a superar el cambio de tiempo evitando posibles infecciones.
En este sentido, el otoño nos plantea todo un reto.
Los notables cambios en las condiciones meteorológicas, el descenso repentino de las temperaturas, el aumento del viento, las precipitaciones y la niebla disipan el agradable clima veraniego.
- Precisamente estos cambios son problemáticos para nuestro organismo, ya que durante esta época resulta ser menos resistente a los agentes patógenos. De ahí que los rinovirus sean los culpables del mayor riesgo de resfriarse en otoño. Su multiplicación es muy eficaz cuando las temperaturas son frescas, por lo que se dan principalmente en otoño/invierno.
- Por otra parte, el sistema inmunitario se ve afectado en la época otoñal debido a las constantes fluctuaciones de las condiciones meteorológicas y no produce suficientes defensas.
- Por último, pero no por ello menos importante, la calefacción vuelve a estar presente como medio para dar calor en otoño e invierno, lo que supone un esfuerzo adicional para el organismo ya que puede resecar e irritar fuertemente las membranas mucosas. Esto facilita la propagación de los rinovirus.
A través de la peligrosa infección por microgotas, entramos directamente en contacto con los objetos que ha tocado una persona ya infectada.
Al mismo tiempo, la tos y los estornudos que se producen en los alrededores contribuyen a que se dispersen por el aire pequeñas gotas de saliva que inhalamos y que, por tanto, son transportadas directamente a nuestras membranas mucosas.
Una vez que los virus han llegado a nuestro cuerpo, pueden atacar las vías respiratorias superiores, nuestras mucosas se irritan y se desarrolla el resfriado.
Además, en las estaciones más frías, las personas que no disponen de vehículo se desplazan más a menudo en autobús o tren al trabajo, lo que aumenta drásticamente el riesgo de infección debido a la proximidad de la población.
En definitiva, el otoño resulta ser la estación en la que nuestro organismo es significativamente más susceptible de enfermar. No tienen por qué ser necesariamente a nivel físico, nuestra mente también es sensible al cambio de tiempo, a la lluvia permanente, a las tormentas o a un mundo exterior gris.
Por ello, algunas personas sufren alteraciones del estado de ánimo o melancolía, así como ausencia de ánimo, lo que a su vez puede repercutir negativamente en el organismo.
Por eso es fundamental prestar especial atención a los cuidados de salud intensivos durante estos periodos, ya que nos ayudarán:
- Balancear los desequilibrios mentales
- Ser más resistente a las bacterias y los virus
- Mantener el rendimiento
- Permanecer físicamente activo
- Reducir el esfuerzo del sistema cardiovascular.
- Evitar la degradación muscular
- Prevenir los calambres, la rigidez y los bloqueos
- Evitar el absentismo laboral por enfermedad
- Desarrollar un sentimiento positivo sobre la estación sombría.
No obstante, tomar las máximas precauciones para nuestra salud no consiste únicamente en llevar la ropa adecuada o mantenerse en forma. Hay numerosos consejos que pueden ayudar al organismo a sentirse sano también en otoño.
Enfermedades a considerar
La gripe estacional generalmente comienza en otoño, por lo que es mejor vacunarse contra la gripe lo antes posible.
El norovirus es un tipo de virus contagioso que provoca trastornos de índole gastrointestinal. Las personas infectadas por norovirus desarrollan síntomas como calambres, náuseas, vómitos y diarrea.
Cuidado con las alergias otoñales. En esta época del año, los árboles se desprenden de sus hojas y algunas de ellas contienen polvo procedente del humo o la contaminación, mientras que otras plantas liberan polen. Los síntomas incluyen secreción nasal, estornudos, tos y picor y lagrimeo en los ojos.
La bronquiolitis es una infección vírica contagiosa que afecta sobre todo a los niños pequeños. Esta enfermedad provoca inflamación y acumulación de mucosidad en las vías respiratorias de los niños. Se transmite por contacto directo con los fluidos de la nariz y la garganta de alguien portador del virus.
Los cambios de estación pueden desencadenar un trastorno afectivo estacional (TAE) o depresión, que puede provocar problemas de sueño y trastornos alimentarios. Su causa exacta aún se desconoce, pero las investigaciones sugieren que la disminución de la luz solar debida a los días más cortos afecta a los mecanismos de nuestro organismo que regulan las hormonas, los estados de ánimo y los patrones de sueño.
Llevar la ropa adecuada
Durante la estación más fría, la técnica de la cebolla sigue siendo un método conveniente a la hora de elegir la ropa. Es decir, se debe elegir un vestuario que proporcione suficiente calor pero que tenga varias capas superpuestas. Esto favorece que, en cuanto la persona empiece a sudar, pueda quitarse una de las capas de ropa sin quedarse demasiado escasa, arriesgándose a quedarse fría o incluso a coger un resfriado.
También es importante llevar un gorro, porque cuando una persona empieza a quedarse helada, por la cabeza se pierde aproximadamente el 60% del calor corporal total. También hay que recurrir a ropa transpirable que evite la sudoración, a ropa térmica con buena regulación del calor y a un calzado resistente con una suela segura, independientemente de que los caminos sean resbaladizos o con hojas.
Una dieta saludable y muchas vitaminas
Cuando los días se acortan y las temperaturas bajan, es tentador darse el gusto de comer alimentos pesados, grasos y abundantes, pero especialmente en otoño sería importante centrarse en los alimentos ricos en vitaminas.
Por ejemplo, es una buena idea consumir mucha vitamina C y zinc, porque la vitamina C protege las células y estimula las defensas del propio organismo, mientras que el zinc tiene un efecto positivo en el sistema inmunitario y mejora la cicatrización de las heridas. Las frutas frescas, como las naranjas o los kiwis, las grosellas negras, pero también las verduras como los pimientos, la calabaza y la col blanca son proveedores muy saludables de los valiosos nutrientes.
Al mismo tiempo, el pan integral con una porción extra de zinc, hierro, vitamina B y selenio debe estar en el menú, ya que este absorbe las toxinas dañinas que de otra manera entrarían en los intestinos. Para un capricho saludable, pero de temporada, los frutos secos (incluidas las nueces) son muy recomendables, ya que contienen vitamina B, antioxidantes y fibra.
Una dieta saludable en otoño se completa con jengibre desintoxicante, ajo como protección contra los resfriados, té con mucho magnesio además de vitaminas y, en general, evitar los alimentos azucarados y grasos y consumir carne y pescado magros.
Deporte para un sistema musculoesquelético activo
En general, es conveniente cuidar la forma física y hacer suficiente ejercicio en otoño. El ciclismo, correr, caminar y otras actividades de entrenamiento físico son importantes para mantener el cuerpo en forma, para que las fuerzas internas de autocuración se mantengan activas y para prevenir los calambres musculares.
En caso de que el tiempo sea demasiado malo, la persona también podría cambiar su entrenamiento habitual a un gimnasio o a su propia casa. Lo que importa es seguir haciendo ejercicio para que el organismo se mantenga con vitalidad.
Tiempo al aire libre
El ejercicio al aire libre es muy importante en otoño para reforzar las defensas del organismo. Mientras que el cuerpo se expone directamente a las diferentes condiciones climáticas, se adapta a ellas y, por tanto, reacciona de manera menos sensibilizada, la actividad moderada al aire libre favorece simultáneamente la producción de glóbulos blancos y el rendimiento.
La circulación sanguínea se activa, las células de defensa se distribuyen armoniosamente en el cuerpo y, en general, el sistema inmunitario se refuerza a largo plazo. Por supuesto, no hay que salir a la calle durante los momentos más duros de una tormenta, pero pasar tiempo al aire libre, aunque el otoño, con la bajada de temperaturas, la lluvia y el viento, favorezca más bien el ocio en el salón de casa, es un trámite indispensable en el camino hacia el fortalecimiento de las defensas.
Además, salir al aire libre suele liberar endorfinas, ya que un breve paseo al aire libre alivia el estrés y despeja la mente para tener nuevas ideas creativas.
8 consejos esenciales para la salud en otoño.
- Comidas calientes, que dan fundamento e hidratan. Las sopas y los guisos requieren un mayor tiempo de cocción, lo que los hace más reconfortantes y fáciles de digerir, lo que supone un alivio para los intestinos atascados. Las hortalizas de raíz, como las zanahorias y el boniato, permiten armonizar las energías que nos impulsan desde los meses más cálidos hacia el invierno, del mismo modo que las proteínas saludables, especialmente las legumbres, los huevos y las carnes orgánicas. Un delicioso caldo de carne con patata dulce, col, nabos, cebollas, ajo y especias estimulantes como el jengibre o la guindilla podrían constituir en otoño una comida extraordinariamente saludable.
- Alimentos ácidos como la col fermentada, el pan de masa madre, las aceitunas, los encurtidos, el té de rosa mosqueta, el vinagre, el yogur natural, los limones, las limas, los pomelos y las variedades ácidas de manzanas y uvas. Las confituras de naranja aportan una explosión de sabor al aguacate sobre una tostada de masa fermentada. Las pequeñas cantidades de alimentos ácidos producen un fuerte efecto, así que consúmelos con prudencia.
- Reduce al máximo el consumo de azúcar, sobre todo el refinado y las harinas blancas. El azúcar no es clínicamente malo, pero un consumo excesivo de azúcar puede afectar negativamente a la actividad del sistema inmunitario. Si tienes excesos de alimentos con alto contenido de azúcar, sería un buen momento para buscar la ayuda de un profesional cualificado para abordar los desequilibrios -ya sean físicos o emocionales- que están en el fondo de la ansiedad por lo dulce.
- Los suplementos que refuerzan el sistema inmunitario incluyen las vitaminas A, C y E, y el zinc. Opta por un multivitamínico general que contenga todos ellos, en lugar de un suplemento de zinc por sí solo, que puede crear desequilibrios (a no ser que te lo prescriba especialmente tu profesional de la salud). Lo ideal es que también consumas alimentos naturalmente ricos en estos micronutrientes, como huevos y frutas y verduras de color naranja (vitamina A), muchas frutas y verduras de colores (vitamina C), y frutos secos, judías, cereales integrales y semillas (vitamina E y zinc).
- Los bioflavonoides son antioxidantes que estimulan la función del sistema inmunitario. Potencian la acción de la vitamina C y se encuentran en el perejil, las cebollas, las bayas, el cacao, el té negro, el vino y los cítricos, una buena razón para disfrutar de un chocolate caliente casero o de una taza de té negro ecológico de buena calidad de vez en cuando.
- Hierbas inmunomoduladoras y estimulantes del sistema inmunitario. El astrágalo (Astragalus membranaceus) y los hongos reishi (Ganoderma lucidum) son excelentes para reforzar la inmunidad al llegar los meses más fríos. Otras plantas que se pueden consumir ante los primeros síntomas de un resfriado son la Andrographis (Andrographis paniculata), la especie Echinacea y la baya del saúco (Sambucus nigra). Estas hierbas pueden estar contraindicadas en aquellos individuos con un sistema inmunitario hipervigilante, como los que padecen enfermedades autoinmunes. Tampoco se recomienda el uso concomitante con medicamentos inmunosupresores. Se recomienda encarecidamente acudir a profesionales de la fitoterapia, naturópatas u otros expertos en medicina a base de hierbas, ya que estos productos botánicos son potentes en sus efectos inmunológicos y puede ser necesario alternarlos en lugar de tomarlos de forma continua.
- El sol para la vitamina D, que mejora la actividad del sistema inmunitario y mantiene alejado el TAE (Trastorno Afectivo Estacional). La vitamina D también regula los niveles de calcio y fósforo en el cuerpo, y mejora la salud de los huesos.
- El citrato de magnesio para aliviar el estreñimiento (que los médicos tradicionales dirían que es una manifestación de la sequedad del colon grueso). Es seguro con moderación, incluso para los niños pequeños. Se recomienda tomarlo justo antes de acostarse, lo que facilitará la evacuación intestinal por la mañana. Se puede comprar en polvo y mezclarlo en un vaso de agua. No hace falta decir que mantenerse hidratado con mucha agua pura también ayudará a aliviar el estreñimiento.